Desde 2014 se nos ha vendido en occidente que dentro de la guerra de Siria no había buenos ni malos excepto los kurdos y las kurdas. Al parecer en lo que ellos y ellas llaman Rojava se estaba produciendo una verdadera revolución autogestionada, libertaria, ecosocialista y feminista; aunque no sé yo muy bien si se puede hablar de feminismo en la tribal y reaccionaria sociedad kurda. El problema es que en agosto de 2018 no es que algo huela a podrido en Rojava, es que ya nadie con dos dedos de frente desde una izquierda internacionalista y antiimperialista puede defender lo que ocurre en el norte y este de Siria con el PYD y sus compadreos con grupos salafistas árabes en las SDF y con el Ejército de los EEUU ilegalmente estacionado en territorio soberano del Estado sirio. Sigue
21/08/2018