Kintto Lucas. Prensa latina, 2 de mayo de 2018.
Este mundo no es el nuevo, ni el viejo, ni el que imaginó Ernesto cuando dijo hay que endurecerse sin perder la ternura. Ni el que imaginaba John cuando dijo ingenuamente: imagina a todos los seres humanos compartiendo todo el mundo. Este mundo no es el de los girasoles, ni el de los ruiseñores, ni el de los amantes, ni el de los trabajadores, ni el de los rebeldes, ni el de los justos, ni el del Aquelarre de Zugarramurdi.
En este mundo ya no hay caballos como los de Alberti, que galopan libres por el horizonte, por el mar, por el amanecer del mundo. Este no es un mundo de caballos, ni de horizontes, mucho menos de amaneceres. Los caballos de Alberti galopaban hasta enterrarlos en el mar, según dice el poeta, y no hay por qué dudarlo. No en el Mediterráneo, donde los sin mundo mueren creyendo que van a un nuevo mundo.