Red Voltaire, 17 de junio de 2016
El esquema es ya familiar: ex combatientes extranjeros, que han trabajado para la CIA o el Departamento de Estado en alguna zona de conflicto, emigran a Estados Unidos para vivir el “sueño americano”. Se mantienen en estrecho contacto con la comunidad de inteligencia estadounidense y sus hijos –a menudo nacidos en Estados Unidos– se dedican a participar en operaciones terroristas, al estilo de la nobleza europea, en la que el hijo menor estaba destinado a hacer carrera como militar